domingo, 8 de abril de 2012

Los Carpatos, parajes insolitos en la desconocida centroeuropa.

A apenas 3 horas de distancia en avion desde Madrid, Alicante o Valencia, podremos encontrar y disfrutar una de las zonas mas insolitas en cuanto a naturaleza, cultura, diversidad y gastronomia.
Me refiero a la frontera sur de Polonia, donde este pais linda con la pequena y magica Republica Eslovaca. Estos paises, junto a la Republica Checa, conservan la esencia del antiguo bloque del este. Sus ciudades y aldeas se debaten entre el progreso occidental y las reminiscencias de un pasado comunista, aun muy presente. Estos factores que estoy nombrando pueden aproximar al viajero un poco mas a este destino, en caso de que no sepamos aun donde transcurriran nuestras proximas vacaciones.
Pero hoy no quiero hablaros de eso, quiero intentar transmitiros un pequeño momento que aun hoy, despues de 5 anos recuerdo con mucha intensidad.
A solo 150 km de crackovia en direccion sur sureste, Polonia linda con Eslovaquia. Sin duda es uno de los lugares mas bonitos que he visto. Por suerte y debido a mi desconocimiento del lugar, me perdi con mi coche de alquiler por la cordillera de los Tatras, cordillera montañosa que ejerce de frontera natural entre ambos paises. Despues de un viaje de tres horas atravesando carreteras de montaña, perdi la orientacion debido al propio estres del viaje, y a la falta de señalizacion que encontraremos en estos lugares. Recuerdo que era jueves santo y serian cerca de las 10 de la noche. Empezo a preocuparme la idea de no encontrar un alojamiento, ya que esa hora en estos lugares, se puede considerar altas horas de la madrugada. Llamé a varias puertas de pequeñas casas que encontraba en mi camino pero en ninguna recibí una respuesta positiva y la dificultad del idioma me produjo aun mas desazón.
Fue en ese momento cuando decidí cambiar el chip, transformar mi estres y preocupación en lo que verdaderamente es un viaje, adaptarse, disfrutar el momento, disfrutar el lugar por donde probablemnte nunca vuelva a pasar, y todas esas razones que nos incitan a viajar. Sin duda, ese cambio de actitud me abrió los ojos y empecé a contemplar un paisaje que jamás podré describir. Tras unas sinuosas curvas se abrio ante mi un paraje difícil de describir, aun me emociona recordarlo. La luna llena de jueves santo iluminó aquellos fastuosos picos y montañas nevados, se formaban valles absolutamente limpios, puros, virgenes, el espesor de la nieve era tal que los valles asemejaban ser grandes colchones de algodón. El cielo estrellado relucía con una intensidad que jamás he presenciado. Las chimeneas de las pequeñas casas humeaban dibujando un cuadro que mas bien parecía ser una estampa navideña. En varias ocasiones, tuve que detener el coche a un lado de la carretera para contemplar aquel grandioso espectáculo que la naturaleza me estaba brindando. En aquel momento, sentí que era tremendamente afortunado al poder estar viviendo ese momento. Al poco tiempo reflexioné acerca de las grandes sorpresas que te puede dar un destino desconocido. La suerte, el azar, el destino... podemos llamarlo como queramos, pero en algunos momentos aparecen, y es ahí cuando nuestro viaje cobra sentido y nuestra mente graba esos momentos. Momentos que formarán parte de nuestra vida.
Finalmente, pude encontrar la carretera adecuada para entrar en la Republica Eslovaca no sin cierto resquemor, cuando las luces del coche se acercaron al puesto fronterizo donde cuatro rudos policias me recordaron a agentes de la KGB, me hicieron el alto y todos los ocupantes del coche pensamos, vaya suerte la nuestra... en esta ocasión tuvimos suerte, pues presentando nuestros pasaportes nos dejaron proseguir el viaje sin ningun impedimento. Cabe recalcar que si vamos de viaje por aquella zona y alquilamos nuestro propio coche podemos sufrir las consecuencias de una práctica extendida entre la policia: la corrupcion.
Con este pequeño relato, solo pretendo compartir con vosotros una vivencia que para mi ha quedado grabada. Pensad que el destino menos conocido a veces es el que mayores sorpresas nos va a brindar.
Rafael Martínez  

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